Thursday 24 September 2009

Un Montón de Estrellas...

Si hay algo que amó en este mundo aparte del mar, es ver un cielo estrellado. Raro ya, por la civilización, por eso, amé el desierto de Baja California. Eramos cinco, todos con el ánimo puesto para pasar unas sensacionales vacaciones en Santa Rosalía, casí a la mitad de la península, pueblo mágico, lleno de casas de madera y donde se encuentra una iglesia construida por Gustave Eiffel-el mismo de la tour eiffel-El viaje desde los cabos en la punta septentrional de la península, era largo, pero no agotador, entre canciones, chistes, paisaje agreste a veces, y otras semiárido, el viaje fue simplemente espectacular. El hotel fránces nos esperaba con sus viejos fantasmas y su olor a siglos pasados, con sus muebles ancianos y con las escaleras de madera-todo el hotel es de madera- que chirriaban con los pasos, dandole cabida a las añejas leyendas, que nos contáron; mientras los cinco nos zambulliamos en la alberca. Durante el trayecto, era obvio y pero que por supuesto indispensable, ir cheleando, así que cuatro llegamos avispados y el otro haciendo eses y arrastrando las palabras. Mientras continuabamos en la alberca, las chelas seguian siendo el punto focal de todos. Salimos del hotel después de bañarnos y nos dirigimos a cenar a la casa de una familia amiga. Ahí continuamos con las cervezas y el chisme y las risas y la nostalgia por aquél, que ya no nos acompañaría más-Uno de los motivos del viaje era rendir el pésame y la pleitesía para con la familia amiga, que había perdido a la gran gaya, hermano del alma de los que ibamos- El cielo nocturno y sus estrellas, nos acompañaron durante la morriña y las ocasionales lágrimas en el recuerdo. Las horas fueron pasando sin que ninguno quisiera ir a dormir no obstante el cansancio, pero todo empieza y acaba, la sobremesa ya llevaba horas siendo una reverenda pachanga, donde la mayoría estabamos briagos. El automóvil descapotable enfiló rumbo al hotel fránces al principio, pero luego observando el hermoso cielo estrellado del desierto, tomamos rumbo por la transpeninsular hacia un mirador por demás oscuro, para seguir admirando la belleza inigualable de las estrellas. A media madrugada, regresamos al hotel con el cansancio a cuestas y las cervezas en el cerebelo. Las dos niñas se fueron a su cuarto y nosotros tres, nos dirigimos al nuestro, pero con tan mala suerte, que el aire acondicionado no funcionaba -Impensable en pleno desierto- Dos nos acercamos a la recepción para explicar el problema y sin tardanza nos dieron otra habitación, solo que el más borracho de los tres, se nego a moverse y se quedó sumergido entre la embriaguez y quien sabe que pensamientos. Lo único que recuerdo fue que, me dieron ganas de hacer pis y despues, al observar por la ventana, mire en la alberca algo que al principio entre mi borrachera y el sueño, no logré atinar que era; pero abrí tamaños ojotes y salí más en chinga que aprisa, brincando de dos en dos la escalera chirriadora, hasta llegar al área de la alberca y sin pensarlo me aventé. Mi amigo el inamovible del cuarto, estaba flotando boca abajo en la alberca. Lo sostuve de las greñas y le dí tremendo jalón que me quedé con sus escasos pelos en las manos y entonces:
-¡ouahhhhhh porsssssque me jalashhhhh lossh peloshhhhhhhhh!
-¡Porque te estabas ahogando cabrón! -Y el corazón me latía a mil por hora-
-¡Naaaaaaá...dejameeeeeee, dejameeeeeee!
-¡Cómo crees wey! ¡tas loco mendigo, como te voy a dejar que te mates!
-¿Matessh?...naaaaá, dejame seguir viendo las estrellasshhhhh
-¿Cuáles estrellas?
-¡Lashhhhh estrellasssssssh, lasshhhh estrellassssssssssh!
No dije nada más y como pude lo saqué de la alberca, lo lleve a la habitación, lo metí en la regadera con agua fría, mientras preparaba un café re harto cargado y negro para que se le bajara la mendiga pinche peda que se traía. Salió del baño con los ojos roooooojos chingatesta, por el cloro de la alberca, lo obligué a tomarse el café y mientras se vestía, me dijo:
-Vamonosssssss
-¡Qué!...tas loco wey, van a dar las siete de la mañana, tu metete a dormir la mona andale, no seas...
-Dije vamonosssss-Diciendo estó, cogió las llaves del auto y en un santiamén bajo las escaleras, yo detrás imaginando mil pendejadas, si le dejaba manejar en aquel estado.Con su caracteritica testarudez, me forzó a ir de copiloto y zumbaaaa, enfilamos por las calles del rancho, que apenas y sí estaban transitadas, dimos vueltas por aquí, vueltas por allá y en  una esquina encontró un chiringuito abierto, supuse que iría a comprar más café, craso error, salió con un six de tecate bien fría. Va de nuevo pensé y seguimos sin rumbo aparente, hasta que empecé a mirar a lo lejos cruces, ángeles de yeso, virgenes y demás santos.
-¿Dónde vamos exáctamente wey?- pregunté
-Vamos a darle una visita a la amiga que en paz puje- dijo y siguió como si nada.
Llegamos, aparcamos y entramos al cementerio, buscamos la tumba de la gaya por un buen rato, hasta que dimos con ella y bueno, he aquí lo que sucedió:
-Andele mija, siempre quisó vivir en un lugar ocean view, pos ya lo tiené, mire allá  lo lejitos se ve el mar- dijo el testarudo y yo me le quedé mirando en silencio.
-Lo que no sabes, es que huy manita, ya ni lo ves jejejejeje - Y acto seguido empezó a bailar un jarabe tapatío encima de la loseta de la amiga muerta muy quitado de la pena.
-¡¿Que haces?! - Pregunté asombrado.
-Nada, le dije que le iba a bailar en la tumba a la mendiga cuando se mueriera - respondió mientras seguía con su jarabe tapatío  los mariachis en la mente obnibulada por el alcohol.
-¡Maldiiiiiiiiiiiiiita, maldiiiiiiiiiiiiiiiiiiita! - gritaba mientras movía su esquelético cuerpo al son de la negra.
Harto por las excentricidades del amigo, solo observé a dos parroquianos que limpiando una tumba, nomás se reían con harta malicia, viendo a una borracha en sus desfiguros y entonces, me die cuenta que la tumba de la abuela de la gaya estaba justo al lado y estúpidamente lo comenté.
-¿Ah si?...Pos pa ella tambien tengo- y empezó con un nuevo jarabe, creo que al ritmo del rebozo, nada más decirle, y luego paró y dijo.
-Ah mira, la familia casí completa aquí está la hermana - y tambien la tumba de la hermana recibió su dosis de baile folclórico al más puro estilo de la flais.
Tres días despues, de regreso y en pleno desierto, una de las niñas hizó la observación de las casí tres horas, en que, la flais y yo, no habiamos estado  en el hotel y nos esperaban para el desayuno, preguntó inmediatamente donde nos habiamos metido y solté tremenda carcajada, que sin saber porque, ellos riéron, mientras la flais con su cara de jocoque -por lo crudo que andaba- agachaba la cabeza. Les conté lo sucedido y no paramos de reír por el montón de estrellas que flais debe de haber visto en su peda, justo en el fondo de la alberca y por su tremenda cosmogonía para emular a la mismisima Amalia Hernandez, con un ballet orquestado ex profeso para la amiga muerta.
Para óxido de la masmédula Joel Langarika

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