Wednesday 27 January 2010

Y NO ERA ALVIN, TEODORO; NI SIMÓN...

...¿Bueno?
-Dijo la jefa al contestar el teléfono.
-¡Ah sí!, pos tú traela, que aquí hay ardillas en los árboles y estará muy bien.
-Y colgó. La mañana seguía su rutina, oficios y memorandums por todos lados, eventos culturales por otro,
proyectos por planear, café por tomar y el incesante teléfono timbrando a cada minuto.
La niña de administración, en la oficina pegada a la nuestra, escuchaba atenta los pormenores de un supuesto asalto.
-¡Pos si jefa!, Según Rutilio, le llegaron por atrás y le dieron una madriza de aquellas, ahi ta ajuerita esperando por áste merita.
-¡Pero que barbaridad! pues pasalo inmediatemente por favor.
Y Rutilio entró con media cara hinchada y con grandes cardenales. Explicó detalladamente el suceso, tan detalladamente y tan rápido que no le escuché respirar ni una sola vez.
Ya no supe que pasó con Ruti, porque en eso timbró el teléfono y al contestar, escuché una voz familiar, era el amigo de mi jefa, que preguntaba por ella. Le pasé el teléfono y solo dijo: -¡ooookey! voy pallá...
Salió y no le volví a ver en media hora. En el área que utilizamos para preparar café o como desayunador, la niña administrativa, me comentaba que según eso habían asaltado al velador, pero, el velador mentía, ya que según testigos oculares, este se había caído cuando después de dormir por espacio de tres horas y al escuchar ruido, se levantó más sonámbulo que las momias de Guanajuato y no vió dos escalones frente a él, cayendo de bruces y con el porrazo se había partido literalmente la jeta. Precisamente cuando dijo JETA, apareció en la puerta Solovino, el jardinero, con el pelo alborotado, sangre en la cara, rasguños en las mejillas y con la palidez característica de aquellos que han pasado por un susto impresionante:
-¡Díos mío! ¿No me diga Usted que lo asaltaron?-Dijo la administrativa
-¡NO señito, me atacó la ardilla, me atacó y re gacho!-Constestó
El teléfono timbró de nuevo en mi oficina y no pude escuchar el cuento chino ese de la ardilla.
Una hora después, había casí olvidado el asunto, si no es porque, se asoma en la puerta el jefe de mantenimiento y le dice a mi jefa:
-Oiga, esté, pues nomás le avisó que la ardilla atacó al jardinero.
-¿¡Qué?!- Dijo mi jefa-¿De que ardilla hablan? dije yo.
Mi jefa, solicita, le había dicho a su amigo, que llevará una ardilla, que tenía ya un año encerrada en una jaula en casa del susodicho, y que al parecer se estaba volviendo loca, se arrancaba su pelaje y andaba más cachonda que Lyn May en sus mejores tiempos. Como en esa área existen ardillas en los árboles, se le hizó fácil a la señora jefa, ofrecerle espacio a la ardilla enjaulada. Le previno el amigo que era un poco arisca y está le previno a uno de los dos jardineros que tuvieran cuidado con el animalejo. El jardinero, previno a Solovino al respecto, pero esté, observando que la ardilla subida en un árbol, muy al alcance de la mano, se le acercó y con palabras almibaradas, palabritas chiqueadoras, mariquitas y ridículas, comenzó a hablarle. La ardilla se le quedó mirando fijamente y sin sonido alguno, le saltó encima tumbandole la gorra de trabajo, mordiendole un cachete, arañandole la cabeza, revolviendole el pelo y este al querer quitarsela de encima, se tumbo al suelo rodando con todo y animalejo y gritando:
-¡Quiiiitenmela, quiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiitenmelaaaaaaaaaaaa!
Fue cuando la ardilla harta, se dió media vuelta y se alejo.
Recién me contaba el otro jardinero eso, cuando escuchamos gritos y un taconeo apresurado por todo un pasillo al aire libre. Corrimos al lugar de donde provenían dicho argüende y nos encontramos a una administrativa, corriendo histérica, levantando los pies, como bailando una danza azteca y gritando desaforada:
-¡Dios, me va a matar, me va a matar!
Y emprendimos una serie de sonidos guturales, para apartar a la maldita ardilla, que pegada a las piernas de la administrativa, le deshacia las medias; dejandole puros hilos. La administrativa, ahora anda con ambas piernas llenas de curitas y muleando a mi jefa. Se enteró que por su culpa, en el lugar de tener cariñosas y apacibles ardillas, teniamos una ardilla tipo "serial killer" en el área.
Dos policias, cuatro bomberos y tres americanos, fueron las siguientes víctimas. Al parecer, lograron atrapar a la ardilla  y el departamento de Ecología, la reinstalado en un zoológico.
Mi jefa, bien gracias. Ni se acuerda que por su culpa tuvimos una asesina en potencia y solo pasa seriecita, seriecita, cuando encuentra al jardinero con su jeta rasguñada o la administrativa con sus patas llenas de curitas. Para óxido de la masmédula: Joel Langarika